Síii! Yoooo pensando y hablando de mi hijaaaa! Es que estoy taaaan enamorada de ella ais, que no sé cómo he podido vivir estos 33 años sin ella.
Bueno, la verdad es que antes de que llegara mi terremoto vivía muuuy bien jeje, los planes improvistos que salían redondos, los planes planificados que se cumplían... Si ella no hubiera llegado sé que hubiera vivido tan plácidamente y disfrutado de la buena vida de solteros que hacen lo que les da la gana.
Y digo plácidamente porque mi vida era ajetreada pero jo, nada que ver con la llegada de terremoto Mine.
Con ella llegó la verdadera intensidad, llegó el vivir el día a día al máximo, de ser mucho más consciente del paso del tiempo, de conocer el verdadero significado del amor sin fin y de la paciencia que tampoco tiene fin.
Es tan brutal el cambio de vida con un hijo (y mira que me lo habían comentado las amigas y yo las creía pero me pensaba que me lo podía imaginar antes de ser mamá...) NO! Ahora puedo decir que no, me era imposible imaginarlo porque no era madre entonces. Solo cuando fui madre, cuando viví la montaña rusa de los primeros duros meses de la maternidad, cuando me di cuenta de lo que me había caído encima :-P que me di cuenta de la vida que había dejado atrás: la fácil, para afrontar la verdadera prueba de mi nueva, maravillosa (y aterradora) vida responsable.
Lo curioso es que yo pensaba que la maternidad me curaría esta cabeza un poco locarra y rara y me haría más seria... pero no... pobre Minerva, le ha tocado una mamá con unos cuantos tornillos sueltos, qué le vamos a hacer. Ah sí, el ejemplo de adulto formal, serio, adusto lo tiene en el padre... sí, claro... XD
miércoles, 21 de enero de 2015
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