El padrino

Un día como hoy, no puedo hablar de otra cosa que de arte.

El recuerdo de la primera vez que vi El Padrino viene asociado con un cate de matemáticas.
Mis padres y tete se disponían a verla por enésima vez mientras yo me encerraba en la habitación para que me entraran los sinus, cusinus y otras chorradas.
De repente a uno de ellos se le ocurre preguntarme: ¿tú has visto alguna vez El Padrino? Ante mi negativa responden los tres: pues tienes que verla!! Pero yo protesto que tengo que estudiar!! Con un cambio de papeles total, son mis padres y hermano mayor quienes desprecian la tarde de estudio y me obligan a sentarme con ellos!!
Al final, incrédula y reticente me senté al lado de mi mama (porque una no es de piedra). Cuando les pregunté por última vez para convencerme de que si cateaba era por culpa de ellos y no mía, mi hermano en su afán de cuidar mi autoestima me contesta: pero Montse, si todos sabemos que catearás este examen estudies o no, además para lo que te servirá en la bacalería... :(((
Cuando me acurruqué en el ala de mi mama, le pregunté en serio si no le parecía mal. Con su respuesta empecé a confirmar mis sospechas sobre la familia que me había tocado: ya es hora de que veas esta obra de arte, te valdrá la pena.

He de decir que cuando el profe me entregó el examen con la nota, me escoció un poquito. Pero ahora puedo decir, que otra vez los locos de Aragón estaban en lo cierto. Esa tarde tenía que ser la tarde que viera por primera vez El padrino.