Oh yeah! Pa bruta la menda, que en pleno 2014 se pone a empujar en casa como si viviera en una granja de los años 40...
Damos y caballeras: la madrugada del 4 de abril estuve en un sitio, ese sitio se llama THE HELL (Di jeeeeell).
Como toda buena peli de terror todo empezó la noche del miércoles al jueves de forma tranquila, inocente, sin intuir la sangre y los gritos que vendrían unas horas más tarde (literal). El miércoles me fui a dormir con contracciones un poquito más fuertes de lo normal pero no le di importancia. Eso sí, durante toda la noche las fui sintiendo mientras dormía hasta que aproximadamente a las 6:30 de la mañana, hubo una que me despertó. Me quedé atenta para ver si al poco rato venía otra de esa intensidad y pensé que si la volvía sentir despertaría a Pedro para avisarlo, ya saben, para eso de que "si esto lo hemos hecho entre los dos, lo sufriremos entre los dos!"
A las 7 volví a sentir otra potente, así que tranquilamente desperté a Pedro. Nos quedamos en cama un buen rato para ver qué pinta tenía el asunto pero hubo otro asunto que consideré más importante: el desayuno, así que a eso de las 9 mi compi de aventuras (a partir de ese día añado "de aventuras extremas") me preparó el zumo y torradas. Nos reímos bastante porque incluso con contracciones me zampé dos torradas de pan con tomate y jamón del bueno. Eso sí, cuando notaba que me iba a llegar una intentaba tener la boca vacía (ante todo futura mami responsable).
A las 11 decidimos ir paseando a Sant Pau porque las contracciones eran más intensas. Así que llegamos allí y pasó lo que no quería que pasara: después de ponerme las correas nos echaron. Diagnóstico: futuros papás histéricos que se creen que ya están de parto cuando no.
De vuelta para casa, llamé a mi madre y aunque no queríamos decirlo todavía para que nadie se alarmara me pilló como todas las mamás pillan a sus hijos cuando queremos ocultar algo. En cuanto lo averiguó se plantó en casa y ya puestos le pedí que me prepara un rico arroz a la chilena, porque creo que en clases de preparto escuché que si me apetecía podía comer lo que yo quisiera.
A medida que pasaban las horas me iba encontrando peor y se me notaba. Al final, me convencieron de que volviera al hospi. Esta vez la caminata se me hizo más dura, pero aun así quería ir caminando. Nunca olvidaré la peazo tormenta que cayó durante tooodo el 3 de abril en Barcelona...
Una vez ingresada me tuvieron con las correas más dos horas y es cuando empiezo a olvidar trozos. Para eso está mi compi de aventuras extremas que tiene grabada a fuego toooda la noche.
A las 9 de la noche empecé a vomitar en la sala, pero no le dieron importancia porque a las 10 vino la doctora para decirnos que me daban el alta. En ese momento las contracciones eran cada 5 minutos y muy intensas, así que le preguntamos que llegados a este punto entonces cuándo teníamos que volver. Su respuesta fue algo chocante (como quieres que el parto sea natural, lo mejor será que esperes en casa...) así que pagamos la novatada y ni siquiera protestamos que no hubiera comprobado cuánto había dilatado. Ese fue su error.
Con la trompa de agua y yo apenas sin poder andar llegamos a casa empapados y adoloridos (porque aunque él no sintió el dolor físico del parto sé que sentía mucho dolor) y ahí empezó el verdadero infienno...
viernes, 18 de abril de 2014
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