La noche-madrugada del 3 al 4 de abril no la olvidaremos en la vida. Bueno, yo la tengo medio olvidada, quería decir que mi compi no la olvidará en la vida.
Ya en casa, intentamos relajarnos lo máximo posible: luz suave, ropa cómoda, tele de fondo... todo parecía idílico excepto cuando me venían los horribles e indescriptibles dolores. Pedro empezó a identificar los síntomas: así que en cuanto notaba que medio adormilada me empezaba a mover y a respirar fuerte, me empezaba a acariciar el pelo, masajear la espalda y a hablarme con toda la ternura.
Como la doc nos había dicho que solo fuéramos cuando doliera mucho mucho, Pedro tenía miedo de que por mi cabezonería yo aguantara hasta el final. Así que de vez en cuando me preguntaba si ahora dolía más que antes. Lo único que yo podía pensar era que no quería volver para que me echaran de nuevo, así que estaba dispuesta a pasar esas contracciones (que creía que todavía no eran de parto) en casa.
Recuerdo que traté a Pedro muy mal y él con una templanza brutal me aguantaba y me ponía cojines y me pedía que me estirara en el sofá primero y al final en la cama. Me costaba mucho pero finalmente cedía en todo lo que él me decía. No sé cómo, acabamos en la cama vestidos, yo temblando de frío y calor y él... no me puedo imaginar cómo estaba él. Sólo sé que mi chico vivió los males del parto como yo y como cualquier mujer y me da igual como se pongan las feministas jajaaa.
Hasta que llegó el momento de mis gritos. Sí, lo reconozco, grité. Pedro me acariciaba y tocaba y me pedía que por favor, me relajara, que no gritara y yo intentaba hacerle caso como en todo lo que me decía pero no podía callarme. Como ya hacía rato que estaba ida, hubo muy pocos momentos en que recobré la lucidez pero uno de ellos fue ver su cara de preocupación como nunca la había visto y cuando me preguntó muy serio "Montse, esto antes no lo hacías, dime la verdad y hazlo por tu hija: estás haciendo algo que antes no hacías?" Ni siquiera se atrevía a preguntar si eso que me escuchaba hacer era empujar... A punto de perder el control los dos le reconocí llorando que sí que estaba empujando y que no me podía aguantar de pie pero que nos teníamos que ir pitando en coche. En ese momento, rompí aguas, sangré y yo perdí el control. Pero él y solo él conociéndome como me conoce supo que era lo que tenía que hacer para que no me tirara al suelo y no me desmayara: me habló con una dureza y decisión que nunca olvidaré y me hizo caminar. Yo notaba que me moría de dolor y desesperación pero sabía que tenía que caminar porque él me lo había ordenado.
En medio del chaparrón, me quedé en la calle apoyada en la pared del parking a que saliera su coche y ya allí solo recuerdo que se saltó los semáforos en rojo mientras me pedía que gritara si quería hacerlo y yo ya no sé ni lo que hacía.
Una vez llegamos a urgencias, reuní las últimas fuerzas para caminar hasta encontrar una silla de ruedas. Escuché como decían "está de parto! Llévala ya a sala!" Y mi angustia era que unas manos manejaban mi silla y me alejaban de Pedro que se iba a aparcar el coche a no sé dónde.
En la silla manejada por unas manos muy diligentes nos cruzamos con la doctora que me había echado y a su olvidada pregunta creo que le respondí algo como "ya no puedo más". Aunque lo que realmente quería decirle era "como me vuelvas a echar te arranco la cabeza". Lo que sí que recuerdo es que la muy jodía me respondió "ahora sí que tienes cara de parturienta".
Creo que para su opinión ya estaba suficientemente de parto así que me dijo que directamente me desnudara y me pusiera la bata para comprobar la dilatación. Cuando abrí las piernas solo miró con cara rara y me dijo "pero si ya veo aquí a tu hija, no empujes!!! Dónde está tu marido!!!????"
Qué fácil es decir algunas cosas... que no empujara decía la tía, sí claro! En ese momento solo pensaba en hacer dos cosas: respirar y empujar, las dos eran necesidades vitales para mí y no quería dejar de hacer ninguna de las dos.
En ese momento me llevaron a quirófano y empezó la búsqueda del marido de Monchi Galvancia. Mientras que el quirófano se llenaba de 4 comadronas o enfermeras y 2 doctoras algo nerviosas y me pedían que no empujara gritaban a todo dios que el marido de la paciente Monchi se perdía el parto como tardara un poco más. Pedían que no hiciera el ingreso, que viniera directo, que lo trajeran corriendo. Me di cuenta de que en ese momento estaban más preocupada del paradero desconocido del marido de la paciente Monchi que de que Monchi estaba a punto de parir. Una comadrona que me pinchó 5 veces el brazo para la vía suelta "no puedo ponérsela, está muy tensa" "La que está tensa eres tú guapa, yo tengo una contracción de aupa" Fue lo que pensé.
Cuando una de las doc ya estaba sentada para recibir a la peque, escuché como la otra doc le quitó la vía a la enfermera y me la ponía ella misma mientras decía "hay que poner la vía de forma urgente" y me empezaba a dar órdenes de cómo empujar. Y por fin, vi a mi chico a mi lado con la ropa de calle mientras las otras lo animaban y él sonreía agitado y nervioso.
Dicen que di pocos empujones, que el primero lo hice muy bien, que el segundo y el tercero los hice mal y las doctoras opinaron que tenían que hacerme una episiotomía. Entonces fue cuando pedí por favor que no me la hicieran, que el siguiente empujón lo haría mucho mejor y la doctora me advirtió que tenía una última oportunidad antes del corte porque la bebé llevaba demasiado rato coronando y teníamos que sacarla ya. Así que sin tiempo para que me llegaran las contracciones naturales, me las provocó con masajes para el empujón clave y todas y Pedro me jaleaban como los colegas jalean a su tronqui que se traga una litrona enterita sin respirar. Dicen que lo hice super bien y justo cuando había pillado el truquillo para empujar correctamente y fuerte me dicen que empuje flojo... manda huevos!
A todo esto he de decir, que me acordé mucho de mi mama: "hija, cuando sale la cabeza ya deja de doler". A mí me dolió todoooo grrrr :)))
Cínica hasta el final, escuchaba que todos me decían que Minerva ya estaba aquí que ya la veían y no me lo creía, pensaba que lo decían para animarme hasta que llegó el momento mágico que recreo todos los días: de repente me ponen en las manos una cosita sucia, con capas de blanca grasa, arrugadita, calentita y maravillosa. Ha nascut a les 3:20 del 4 d'abril. Un momento para nuestra historia :))))
viernes, 9 de mayo de 2014
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