La noche de Amman

En el hotel nos duchamos, descansamos un poco y cenamos exactamente lo mismo que la noche anterior, pero como la comida ya era mejor que la del mediodía pues no nos importó tanto.
Safir nos había asegurado que con toda tranquilidad podíamos ir al centro de noche y que correríamos exactamente los mismo riesgos que en otra turística ciudad: timadas por el taxi o timadas de consumiciones. Nada que en Barcelona no veamos cada día los propios barceloneses, así que estábamos dispuestos a asumir ese jodío riesgo en dinares.

De todas maneras nos había avisado que regateásemos todo lo que pudieramos con los taxistas y que nunca los cogiéramos en la puerta del hotel ya que esos son llamados los "cazadores", llevan al turista donde le da la gana y te cobra un ojo de la cara.
Animados y con ganas de conocer un poquito de Amman nos dispusimos a salir para caminar (queríamos ahorrarnos el taxi jeje) hasta un café que nos habían recomendado.

Cuando salíamos por la puerta del hotel, unos chicos que eran de nuestro grupo nos preguntaron si queríamos ir con ellos al centro y así reducíamos gastos de taxi. Nos pareció buena idea y así hicimos. Lejos del hotel buscamos un par de taxis que nos llevaran al centro por 3 dinares.
Y nos dejó en uno de los centros. Ya que en centro de Amman es inmenso, o mejor dicho, tiene muchos lugares que podríamos llamar "el centro".
Allí nos juntamos con dos chicas españolas de otro hotel pero que también eran de nuestro grupo que nos explicaron cómo dos taxistas las habían timado y les habían hecho pagar en el primer taxi 50 dinares!!!!! (más o menos 60 euros). Había sido un tour no voluntario de dos horas por sitios desconocidos y que no les interesaban. Se bajaron del primer taxi corriendo para subirse a otro que las dejó en algún lugar cercano a una calle comercial. El segundo taxista también les hizo pagar un burrada pero no tanto como los 50 dinares. Cuando ellas lo único que querían era ir a un punto para encontrarse con nosotros.

En fin, paseamos por las calles y por primera vez nos dio la impresión de estar en el meollo. Las noches de Ramadán son festivas y animadas, la mayoría de ciudadanos están en los cafés, de paseo o de compras. Caminábamos sin rumbo, mirando todo y a todos y ellos nos miraban a nosotros, claro. Todo era calor, luces, voces, gritos, claxons y oraciones por el altavoz de una mezquita cercana.
Entramos a una cafetería que nos gustó y nos pedimos zumos de frutas (exquisito el de mango!!) y una shisha de manzana para tres. Estaba todo muy bueno pero tan dulce que acabamos con el paladar super empalagoso.
Allí nos ofrecieron cartones de bingo por si queríamos jugar y nos pusimos a ello. Lo que pasa es que era un bingo algo diferente al que habíamos jugado aquí en el que había letras y en el que no se tenía que completar todo. Que seguro habrán pensado "estos sucios occidentales además de bárbaros, tontos!". Después de que la partida se hiciera eterna (Carlos, uno de los chicos, dijo que seguro que el bingo lo teníamos nosotros pero que como no sabíamos cómo iba, no lo habíamos cantado) nos enteramos cómo se jugaba. Pero ya nos había aburrido, nos habíamos acabado las consumiciones y nos caíamos de sueño. Así que pagamos 2,5 JD por zumo natural de mango y 4,5 JD entre tres por la shisha (bueno, en realidad invitamos a Marta, una de las chica de Zaragoza que fue timada por el taxista... pa que luego digan que los catalanes somos agarrados e insolidarios XDDD).
Después de dejar pasar algún taxista que decía que 3 JD era poco para tarifa nocturna, encontramos a un par que sí que lo aceptaron y llegamos al hotel en 10 minutos. Era más o menos la una de la mañana.