"Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: la razón y derecho en la lucha."
Miguel de Unamuno

viernes, 8 de agosto de 2008

La antorcha Olímpica en el Clot

Aquella noche de 1992 mi padre dormía desde las 21h pues iba de mañana, mi hermano no estaba en casa y yo estaba felizmente acomodada en mi sofá esperando que empezara Tiburón 3. Según la sinópsis de T5, el tiburón de tamaño descomunal hacía añicos los cristales de un crucero de lujo y se zampaba a todo hombre enfundado en su frac y toda señora de largo!! No me lo podía perder.
Mi mamá estaba inquieta, la recuerdo asomada en la ventana, mirando desde última hora de la tarde cómo la muchedumbre caminaba en una única dirección: y es que aquella noche la antorcha olímpica iba a dar una vuelta por la ciudad y no se olvidaba de pasar por el barrio.
La señora Ujenia quería salir y disfrutar de un espectáculo que según ella "era único y no lo olvidaríamos nunca". "¡Bah! que chorradas dice la querida mama, lo que sí es un espectáculo digno de ver es el tercer tiburón devorando a diestro y (lado izquierdo) a unos cuantos burgueses enjoyados con la barriga llena de salmón y caviar" (por aquella época ya apuntaba maneras?).
El tira y afloja duró lo suyo, mi NO era rotundo y no había nada que me hiciera cambiar de parecer. Mi mamá tuvo un momento de debilidad y dejó de insistir, así que pensé que por fin podría ver tranquilamente la peli. Pero de repente vi cómo Ujenia endurecía el rostro y con los zapatos puestos me dice "Montserrat, (siempre que se ha enfadado conmigo me nombra así) yo voy a salir. Esto no me lo quiero perder, pero si tú quieres hacerlo te puedes quedar aquí con tu tiburón y tu padre roncando, no le abras a nadie".
La amenza (quedarme con un tiburón y con un padre roncando) tan contundente y despiadada me abrumó y no tardé en ponerme los zapatos, eso sí: refunfuñando! que no se diga que una... y ala! al parque del clot nos dirigimos. Una que es muy tozuda no paraba de pensar que si todo acababa pronto podría llegar a casa para ver los últimos mordiscos. Todo eso me pasaba por la mente hasta que corrió el rumor de que estaba a punto de llegar. Lo siguiente que pasó lo tengo un poco confundido y cuando alguna vez hemos hablado de esto, sólo recordamos la emoción y la ilusión de ver cómo el atleta portaba la antorcha y de cómo a todos se nos iluminó el rostro y empezamos a vitorear y alabar.
Puede parecer algo muy simple y muy tonto pero nos dejamos llevar de tal forma, que sin decir nada seguimos la antorcha una calle más y una calle más y una calle más... Caminábamos con prisa y muchas veces corríamos cual caballo al trote por un terrón de azúcar o una fresca zanahoria. La antorcha era nuestra zanahoria.
Cuando nos fijamos, estábamos en la Rambla Prim!! Y aunque no estábamos cansadas nos dábamos cuenta que ése no era sitio ni ésas eran horas para una señoritas como nosotras. Así que con toda la alegría del mundo desanduvimos en unos 45 minutos lo que a nosotras nos había parecido correr en unos pocos minutos. Y todo por esa antorcha.
Como siempre, otra vez la mamá tuvo razón: me alegro un montón de haber vivido ese momento tan bonito y emocionante. La peli nunca la he visto y ni me importa.

No hay comentarios: