Oda a Vuvi (y Trudi)

Queridos Vuvi y Trudi:

Estéis donde estéis seguro que sabréis que continuamente pienso en vosotros (sobre todo en ti, querido Vuvi) . Eres el gato más bonito que ha existido y existirá por lo tiempos de los tiempos gatunos; y tú, Trudi, fuiste un canario bastante mono. Pero es q desde hace unos días me habéis vuelto a la memoria con más insistencia de lo normal para rozar lo anormal.

Vuvi querido, siempre recordaré la noche que llegaste a nuestra casa: pequeñito, peludito y asustado. Yo quería llamarte "Principito", por suerte para ti, en esa casa la peque no tenía ni voz ni voto y optaron por el sencillo y sonoro nombre de Vuvi.
Recuerdo como bajabas corriendo por las escaleras del patio cuando escuchabas el abrelatas de mi mamá. Pensabas que era tu rica comida aunque sólo fuera una lata de berberechos domingueros para tus benefactores humanoides (¡sin duda mi gato era tan listo como el perro de Pavlov!).
En ausencia de la familia, con tu sorprendente fuerza gatuna, como conseguías tumbar el mosquitero y colarte para esconderte entre las limpias sabanas de mi tete con tus cochinas zarpas mugrientas.
Como los días de Sant Joan implorabas en tu lenguaje gatuno que te dejáramos pasar la noche dentro de casa. Se te veía tan indefenso...
Tu relación con Trudi fue siempre difícil y es que corroboro que las relaciones gato-pájaro no son buenas. Tus saltos para intentar llegar a la jaula de Trudi son incontables. Una vez estuviste a punto de merendártelo porque conseguiste tirar al suelo la jaula del pobre pajarito. Te pillamos justo cuando tus patitas intentaban cazar al miserable pajarraco. Me sabe mal por Trudi, después de eso ya no volvió a ser el mismo.
Pero sobre todo recuerdo como una criatura llamada Monchi de 3 ó 4 años (con pinta de mono sin platillos enfundada en su peto rojo) te hacía la vida imposible a base de escobazos. Por supuesto con poca fuerza, pero tú sabías que ese mico no merecía ni tu amor ni tu cariño y claro está: no me lo proporcionabas. Yo no podía entender porqué esos mimos y caricias que regalabas a mi tete y a mi mamá se convertían en arañazos cuando mis enanos y rechonchos brazos y piernas te intentaban achuchar.

Desgraciadamente comprendí demasiado tarde que ésa no era forma de demostrarte mi amor. A la jodía niña le diagnosticaron una alergia galopante al pelo de los animales y tuviste que marcharte al calor de otro hogar. Recuerdo como el día de nuestra separación captaste de inmediato que te ibas a marchar para siempre de nuestra casa, y corriste como un rayo a la caseta para esconderte detrás de no sé qué trastos. ¡Ais! No sé si ahora serás un sabio y venerable gatito o si ya estarás en el cielo de los gatos pero que sepas que siempre te quise y siempre te tendré en el recuerdo. Si algún día por arte de magia me desaparece la alergia, lo primero que haré será correr a adoptar otro Vuvi. Se llamará Vuvi II.

Por lo que respecta al Trudi, he de decir que era todo un superviviente: durante no sé cuantos meses, su jaula estuvo a la misma altura que el timbre de la casa. No de los q hacen "ding-dong" precisamente, más bien parecía la sirena de los bomberos... Hasta que algún día uno de la familia tuvo la brillante idea de cambiarlo de sitio. En verano queríamos que le diera el sol, así que lo dejábamos en el patio para que se tostara un poco, lo malo es que se nos olvidaba sacarlo de allí y por la tarde noche lo recogíamos más bien en plan churrasco. Por no decir las incontables noches que se nos quedaba fuera mientras caía el tercer diluvio... ¡¡¡Y es que encima el tío tenía fuerzas para cantar cada día a todas horas!!!

¡¡PERDONADNOS POR FAVOR!! ¡¡Si me estáis mandando mensajes aterradores desde ultratumba que sepáis que me arrepiento mucho de todo vuestro sufrimiento y dolor!!