Cuando escucho que los niños de la vecina no han cenado y la mía ya está con los dientes lavados y pipi hecho, a punto de acostarse.
Cuando todos sus compis de clase se ponen malitos y ella resiste inalterable.
Cuando sus compis se hinchan a bollería industrial y ella prefiere biscocho casero...
Por supuesto no voy a dejar escrito cuando monta el pollo gritando y moqueando porque no quiere irse del parque, yo la desincrusto del tobogán y me la llevo arrastras o cuando recibe chuches de un cumple y sabe que estoy lejos; saca dos chuches y se las traga a la vez mirándome fijamente antes de que yo me acerque cual Terminator que disimula ante la multitud (boca que dibuja sonrisa, mirada helada que quema) para arrancarle la bolsa de la mano.
Me ha hecho reflexionar mucho estos dias de lluvia el hecho de que cuando la dejo en el cole me diga que tenga cuidado si cojo la bici mientras llueve. Me conmueve que mi hija se preocupe por mí, pero a la vez me inquieta que una niña de cuatro años, cuya palabra preferida es "caca", tenga más sentido común que una tontorrona de casi 40 tacos que bajo un diluvio universal pedalea y pedalea para llegar al trabajo chorreando.
miércoles, 10 de octubre de 2018
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