Realidades

Pues ya está, he provocado que una idea con la que fantaseaba desde hacía años se haga realidad. Me he movido y lo he conseguido, sí señor. Esta semana he abierto una puerta para cerrar otras. Son puertas que yo misma cierro y yo misma abro. ¿Qué pasará en este 2009? Ni idea, y ni mucho menos sé lo que pasará en el 2010, y ante estas incógnitas me río.
Me gusta, me encanta la incertidumbre. Me encanta no saber dónde estaré de aquí a dos años, ni siquiera saber dónde estaré de aquí a seis meses. Hay gente que necesita tener su vida perfectamente controlada hasta su jubilación (y más allá). Yo me di cuenta no hace mucho tiempo que el no saber qué será de mí en unos meses hace que me sienta más viva. Me da igual tener la edad que tenga y con contratos con fecha de caducidad y la mierda de crisis. Lo único que necesito saber es que tú y todos estáis a mi lado y soy feliz.
Estoy dispuesta a correr riesgos, a desviarme de lo que se supone que tengo que hacer y a dedicarme plenamente a mi gran pasión, voy a centrar todos los esfuerzos en mi gran proyecto del 2009, me cueste lo que me cueste. Es algo que me debo a mí misma desde hace mucho tiempo y las personas de mi alrededor me apoyáis, y si encima, tata, resulta que tú me acompañarás en esta aventura... pa'lante nomás!
Está el riesgo que las cosas no salgan bien, pero ese riesgo siempre existe; incluso cuando no se hace absolutamente nada, cuando te quedas inerte mirando la vida pasar, sieeempre puede pasar que las cosas no vayan como una había pensado. Así que sé que si algo sale mal es porque yo lo he provocado, si tengo que vivir uno de los grandes trompazos de la vida (que tienen que venir, soy consciente de ello) pues yo misma seré la que me haga la zancadilla obrando mal y la que reciba las consecuencias de mi no-error. Quiero ser muy consciente de mis errores, tal y como soy consciente de mis éxitos.
A pesar de que mi corazón se quedará aquí (porque tú te quedarás aquí) sé (y tú sabes y me comprendes) que necesito marchar, necesito vivir en otro lugar que no sea mi querida Barcelona; sea León, Dublín, Cork o ¡oh, sorpresa: Odense! Una ciudad de la que ni siquiera había oído hablar y resulta que viviremos durante 5 meses. Señor Andersen, permítanos vivir un ratico en su ciudad...
Abriremos en Odense una puerta que hacía mucho tiempo que teníamos ganas de abrir, ¿verdad?