Llego a casa

Deben de ser la 13:15 porque creo que salía del Sant Martí a las 13 y tardaba más o menos 15 minutos (o menos incluso, creo) en llegar a casa.
Son las 13:10, es un buen día soleado y primaveral. Entro en casa y no huelo esas piezas tan solemnes del señor Bach y compañía que casi siempre se respiran en esa casa, no, porque es la hora de comer y además es un día caluroso y alegre. Abro la puerta y me llega el aroma de "take five" o, ¿cualquiera de los beatles? No, hoy me huele a Louis Armstrong; mientras me llega el "west end blues" camino por el pasillo y veo en el patio la sonriente y sudorosa cara de mi papa mirándome "¡¡Niña Mooontse, buenos días, buenas tardes, buenas noches!!" mientras maneja con esas enormes pinzas la carne que tiene en la barbacoa (está en su merecida semana de relevo y se nota). De repente sale mi mama de la cocina con su ensaladita o su arrocito para colocarlo en la mesa y me da un besito. Me quito la mochila mientras espero ansiosa la llegada de mi tete del instituto para jugar o pelear un rato.
Es un día cualquiera y una situación que se repite muchas veces, pero aunque sólo tenga 12 años me gusta cerrar por un instante los ojos y sentirlo todo plenamente... quizás presiento que son sensaciones que recordaré siempre, en cualquier momento y en cualquier situación.