siete años de mala suerte?

Hace siete años y algunos días se me rompió un espejo. Una persona racional, "sigloveintiunañera" e inteligente no se hubiera asustado por una superstición tan conocida como ésta, pero yo como soy mucho más guapa que lista me asusté. Y pam! a los pocos días un tal Pedro entró en mi vida hasta el día de hoy!! (Si esto ya os da yuyu, continuad leyendo...). Pues resulta que hace siete años y unos pocos días antes, al manazas de Pedro se le cayó un espejo también y como todos ustedes deducirán, se hizo añicos!! Y a los pocos días una tal Montse entró en su vida hasta el día de hoy!!!! Qué acojone, noooo?

Pues bien, el cuento de terror también se desarrolla en casa porque ya hemos superado una prueba de fuego terrorífica: superado el año y medio de convivencia (uf uff, capítulo aparte...) hemos de decir que hay veces que nos caemos tan mal tan mal tan mal, que nos encantaría convertirnos en llamas, que se llaman llamas y van juntos al dentista, para poder comenzar una pelea de escupitajos y de coces en pleno altiplano. Pero a decir verdad, son mucho más numerososas las ocasiones en las que nos caemos tan bien tan bien tan bien, que el día se nos hace eterno esperando la noche para poder hablar y estar juntos.

En fin, llega otro 22 de diciembre en el que nos podemos forrar o como mínimo invitar a los amigos a una de bravas; y como ya va siendo costumbre (durante los últimos siete años de nuestras vidas) siempre nos quedará el consuelo de que estamos juntos y que a nosotros nos tocamos nosotros, que afortunados en el amor pero no en el juego y bla bla bla...

(Me parece que lo más adecuado será dejar de escribir para sentarme a su lado en el sofá, verdad?).